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Cada vez son más las organizaciones que están tomando iniciativas para mejorar su desempeño energético. Esto, motivados por los precios de la energía, para mejorar indicadores asociados a la producción, para reducir sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero, disminuir los costos de mantenimientos de equipos y variables asociadas, entre otros factores.

Como expertos en el área, muchas veces nos toca llegar en la etapa temprana de la ejecución de proyectos, lo que permite que la gestión se enfoque sistemáticamente en – y con – las áreas involucradas y genere los resultados óptimos esperados. Otras veces llegamos a apoyar al cliente cuando los resultados no están siendo los mejores, debido a que el “aprender haciendo” en gestión energética resultó ser un “ensayo y error” con consecuencias económicas negativas.

En este post te comentamos algunas situaciones muy típicas en las organizaciones que impiden una correcta gestión energética y que resultan en poco eficientes y poco efectivas prácticas:

Errores para aprender de la gestión energética

Mal desempeño – o extrañamente muy buen desempeño – de indicadores

Hay situaciones en que los indicadores energéticos ¡hacen cosas raras! debido a que, por ejemplo, se modifica la línea de producción agregando, quitando o reemplazando equipos, cambian los niveles de trabajo o se modifican los hábitos de consumo, pero se olvida actualizar los objetivos de indicadores energéticos o incluso ¡los indicadores mismos!

¿Cuál es el resultado de esto? Que se esconda el real impacto de las medidas de mejora energética, que no se alcancen los objetivos propuestos o que, sospechosamente, los indicadores estén muy por sobre la base establecida… ¿Te suena familiar?

Se ejecutan proyectos de eficiencia energética y posterior a esto bajan los costos de facturación energética. ¡Qué éxito! PERO…

¿Si al mes siguiente subieron los costos? Entonces ¿el proyecto ha sido un fracaso? ¿el estudio no era el correcto? Si te ha sucedido esto, ya sabemos lo que ocurrió. Luego de ejecutar un proyecto de eficiencia energética es importante realizar una medición y verificación de ahorros, que no consiste exclusivamente en esperar la siguiente boleta de facturación energética. Es un proceso en que se requieren modelos matemáticos para evaluar, en las mismas condiciones, el consumo antes y después de la ejecución del proyecto.

Captura de datos manual, mucho papel y poca gestión

Una situación – asociada a la gestión energética – que se da con frecuencia en las organizaciones, es cuando la captura de información es manual, a cargo de terceros y/o manipulable sin opciones de verificación. Además de ser una fuente de riesgo para la obtención de datos de calidad, resulta tedioso digitar información diariamente para llevar un correcto seguimiento energético y por lo mismo se deja de hacer (¡solo hasta que toca auditoría!). Hoy existen plataformas informáticas que ayudan a gestionar de mejor forma parámetros energéticos, facilitan el seguimiento de indicadores e incluso predicen consumos y costos al evaluar las tarifas eléctricas, ¿qué mejor?

Uso de factores de conversión “poco cuestionados” y muy cuestionables

“A mí me dijeron que lo que indica el medidor se multiplica por 3,6 para que de los resultados” o “desde siempre se ha dividido por 4, así que se sigue haciendo” … Son algunas de las respuestas al consultar por parámetros o resultados que generan cierta duda en el seguimiento energético. Muchas veces resulta ser un “análisis” poco riguroso o que derechamente no entrega los resultados correctos. Es importante contar con el conocimiento técnico adecuado para el análisis energético y cuestionar cada operación realizada para así tener una respuesta fundamentada y válida. ¿Sabes si te sucede esto? Es posible que ni estés enterado.

Mucho monitoreo y poca acción

Peor que no contar con información de base para el análisis energético, es ¡contar con mucho y no hacer nada! Aunque parezca poco creíble, ocurre y con mucha frecuencia. Hemos visto organizaciones que se confían en el monitoreo detallado y la implementación masiva de medidores, pero no son capaces de analizar correctamente las variables y sacarle el máximo provecho. La consecuencia tarde o temprano se hace notar en los resultados energéticos y la explicación de estos. Esto sin mencionar la frustración que genera haber invertido en instrumentación detallada para no obtener los resultados esperados.

¡Poca conversación y pocos cafés!

¡Sí, así es! A veces basta conversar con otra área de la organización o con los colaboradores para encontrar la solución a los problemas en materia energética. Muchas veces la gerencia o responsables de proyectos dejan de consultar internamente los problemas en materia energética, sin saber que con solo una llamada – ¡o un café, por qué no! – puede tener la respuesta … e incluso, al experto en la solución.

Cuando se trata de gestión energética, no basta con tener los conocimientos técnicos necesarios del área, también hace falta capacidad de gestión, delegación y toma de decisiones para que los resultados se transformen en un caso de éxito y no de fracaso…

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